Locura.

Utrillo

El suave lienzo de la muerte 

se petrifica con desgano en los ojos que ya no respiran el ocaso 

y buscan interminables cataratas de sueños indecisos 

de espejos rotos, de soledades ajenas, 

de multitudes sordas

y cuerpos extraños.

Tanto te he amado! 

que mis manos lloran la sangre 

del silencio herido

del corazòn interplanetario 

que colecciona estrellas 

y páginas sinceras de luces cósmicas.

Los Ojos.

....

Mis ojos son la cuna en 
donde descansa tu reflejo. 

Hace años que no nos vemos las caras

 y ya me he olvidado 
de los pájaros en los poemas 

y de las flores. 

Con una expresión 
de nostalgia  

he caminado solo 
por el árbol hambriento de mis fantasías 

y he visto al mar llevarse todos los castillos de arena 

y los miedos.

Microrrelato. Lucía.

Fotografía: Lulu.

La vídeo casetera que ha estado guardada por años en el armario proyecta la imágen desgastada de una mujer, que recoge estrellas en las soledades infinitas de su propia alma. Y lleva por nombre Lucía.  

Su pasatiempo es escribir versos en el medio de la nada,dónde el viento no arrastra la sombra del día, y la noche huye de miedo.Sus manos conservan los restos de su pasado, el agrio aroma de su muerte.

¡Lucia! Así se llama mi novia. La de los ojos oscuros, labios vacíos. 

Sueño.

Fotografía: Lulu.

Tengo el corazón desnudo 

y unas ganas magnéticas de llegar a ti. 

El viento se enreda en mis largos cabellos

y cierra mis ojos

ebrios de ti.  

Mis pies 

acarician el vacío de las rocas 

los recuerdos llegan del nunca jamás 

se sumergen en las intranquilas aguas del silencio.

Y pronto la oscuridad se funde en mi 

y en mi todo termina.

A lo lejos 

más allá 

donde las montañas surcan los cielos en su corcel de niebla 

las tortugas están hechas de arena. Y yo soñaba largos caminos.

Y el Eco no Respondió.

....

Bajo un puñado de tierra encontré mis sueños 

humedecidos en las lágrimas 

que desprenden los árboles cuando todos duermen.

Mis ojos gritan su nombre
en la inmensidad de sus manos, 
y el eco sordo de su sonrisa
perfora mi
alma. 

El día se hizo una uña 

y la noche comenzó a mostrarme 
sus trajes aurora 

la luna igual de coqueta sacó a relucir 
sus infinitos diamantes 

y sobre las calles 

caminaban los cangrejos 

mientras mi cuerpo prendía 
de sus labios 

color distancia.

Primavera.

Fotografía: Lulu.

El listón blanco que prende 
de sus cabellos 

lentamente se desprende 

como se se desprenden de mi ventana 

las gotas de lluvia. 

Entonces recorro la magnitud 
de su cuerpo 

y me pierdo en el cálido color azul 

de sus ojos.

¡ Ah las curvas de sus hemisferios.!

¡ Ah el calor que emanan sus pechos!

Despiertan las flores 

vuelven los cisnes al lago

y llueven las orugas  

las mariposas.

Miedo.

....

Tengo miedo de conocerte 

y de no conocerte. 

La incertidumbre abraza la idea 
de un despertar en 

tus brazos, 

en tus labios. 

Esa sensación tan extraña,

esos ruìdos adentro 
de mi pecho

hacen que el negro sea un color inútil 

en mi cabeza.

Ahora no estoy mirando 

tus fotografías

y tengo miedo a la primera reacción. 

Temo tocarte 

y que el reflejo de lo que nunca fue 

salga volando por la ventana.  

Hacía Paisajes Inéditos.

Fotografía: Luis.

Un sonido extraño en los ojos

un corazón muerto en 
el cuerpo de nadie 

un color negro 
en las estrellas 

y un hombre 
con hambre de verso. 

Para no extenderme entre calles oscuras 

voy a mirar hacía otra parte,

a un lugar en el 
que mi sombra no se proyecte  

a un lugar en el 
que mis manos no sangren

y el lápiz no tenga miedo.

A la mitad 

y estoy intranquilo. 

Ciudades muertas 

entre los restos 
de algunos gritos sordos

labios rojos 
que se anudan al frío lejano 
de tú cuerpo 

y mucho más,

pétalos caídos 

que respiran el dulce aroma 
de caminos inciertos, 

lejanos.  

Más allá de los ojos 

a la orilla 

al borde

al precipicio de todo, 

la soledad camina

el aire se hace espuma 

y la noche.

Aquel Animal.

....

Aquel animal que vaga por las calles hurgando las basuras, alimentándose de las microscópicas migas de pan, desgastando sus cuatro patas con las que alguna vez bailó en sus quince años. Aquel animal pálido, frío y sin carne, escarba un agujero en el cual pueda permanecer inmóvil para las estrellas se desangren en el cielo.

Aquel animal cuya descendencia a de crecer sin padre, sin abuelo. Aquel animal sin nombre, sin hogar, sometido a las burlas de su vejez, de su impotencia de querer renunciar a su mísero trabajo de vagabundo. Aquel animal que bajo la lluvia refresca su pelaje y a sus diminutos huéspedes.

Aquel animal cuyos ojos han de ser guardianes y faros en penumbras. Aquel animal que mastica sus aullidos, acorta las distancias. Aquel animal que con desgano espera la puesta de sol. Aquel animal embotellado en sus recuerdos, echado al mar de los olvidos.

Aquel animal de océano espeso, negra y áspera superficie. Aquel animal confuso, haciéndose polvo. Aquel animal de inviernos en el sur, primaveras en el norte. Aquel animal que arrastra sus raíces y eleva sus miradas a la luna.

Aquel animal sin pétalos, sin color. Aquel animal de versos muertos, ladrón de sombras perfumado en vinagre. Aquel animal soñador de atardeceres, compositor de sinfonías a su amada. Aquel animal sin aire, seco e insonoro. Aquel animal que se extiende sobre los litorales de tierras desiertas.

Aquel animal, hombre infinito.

Renuncio.

....

Renuncio! 

ya he vivido lo suficiente. 

Tengo el corazón cubierto 

de raíces frondosas y amargas,

que me duelen todas mis penumbras

y lloro,

como lloran todas las cosas.

Vámonos! 

escapemos  juntos,

que la soledad nos pierda el rastro

que el miedo caiga como gota 
en un jarrón sin fondo, 

y que las sombras apaguen por fin 

la  luz en nuestros ojos.

Mi Habitación.

....

En ese lugar hacía frío.

La soledad tenía miedo

y en las raíces de los árboles 
yacían las estrellas. 

Del sur llegó la lluvia 
a pasos de caballo moribundo, 

todo a su alrededor se estremeció, incluso

la sombra de un cuerpo 
que se tendía 

bajo el seno 
de un puñado de moscas,

y un lúgubre retrato de una rosa 

esperando enredarse en los espesos cabellos 

de una mujer sin ojos.