Es inútil llorar a un recuerdo cuando llueve,
pero no puedo dejarle afuera temblando del frío.
Pese a todo lo quiero conmigo, entre ésta noche
de piel ahumada y cenizas de poemas. Lo quiero
conmigo, entre las caricias olvidadas, pasos y sombras
tristes.
No me mirés así con el alma rota, recuerdo. Usted sabe
que nos necesitamos para estar vivos, para caminar
liviano, sin pesadumbre entre los párpados, para que el día
no nos pese, ni el otoño.
Se está muriendo, agoniza en la ventana. Yo te espero,
yo te espero, allá en aquel parque en que habitamos.