Cosmonautas en este espacio.

29 diciembre 2013 2 Comentarios

EDÉN DE TRISTEZA.



Supongo que es tiempo, las hojas borrarán su silueta, la huella de su nombre entre mis párpados, el dulce aroma de su cercanía. Dígame adiós suavecito para que no duela, demos media vuelta (que el mundo sea un puñado de arena y nosotros el mar contenido en la caracola) contemos a paso lento, a voz de lluvia la risa de los pájaros en los árboles y el ronronear de los gatos en el sofá.

Abra la ventana y deje que el viento entre, que se enrede en nuestro corazón y mueva la hojarasca, y limpie el sin sabor de la partida. Es mejor decir hasta luego, un hasta pronto o algo parecido a un te quiero y quédate conmigo.

Mire que entre mis manos llevo una pila de besos y un montoncito de paisajes que pensaba enseñarle. Empezaremos un día o una noche, una noche o un día, yo llevaré las estrellas y usted lleve su sonrisa, sólo su sonrisa.

No de la vuelta ahora, no ahora que tengo el corazón lleno de tinta y el reloj cruje entre el silencio. ¡Espere! le traje un chocolatín de esos que le gustan, siéntese y deje que sus ojos me hablen lo que su boca no me ha dicho. ¡Abrazeme y déjeme caer entre sus brazos! que la casa guarda penumbra y temo al vacío de su ausencia.

Aguárdeme. 
Antes de que se marche hay algo que quiero que conserve. Mire.. tome. A veces hace ruidos extraños, como si alguien aún lo habitara.

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