Cosmonautas en este espacio.

22 octubre 2011 0 Comentarios

Transeúnte Entre Tus Calles.

La noche camina entre los árboles derramando su penumbra en el silencio,el frío se enreda entre las luces de las calles y los lobos le chillan a la luna. Sigo caminando, las estrellas que prenden de sus párpados resplandecen en el vacío de las horas, un atomóvil que se acerca y una luna que se prende en fuego. 
Sólo soy un transeúnte entre tus calles que teje sus palabras en el viento para poder volar como de costumbre.
12 octubre 2011 1 Comentarios

Palabras, Sueños.


Voy atando la mirada a su ausencia  y con un pincel voy retratando la soledad que habita en sus ojos. 
Anochece y los versos que tiene entre las manos rosan los sueños que convertidos en palabras van describiendo la lágrima que le cubre, la nostalgia incesable se desgarra en pequeños fragmentos de lúgubres cantos solitarios. Tan sólo es un hombre que camina con el corazón al viento y las estrellas colgadas a sus párpados, como fugaces destellos que alumbran el alma. 

Se sentó entonces al  borde del abismo, pensó el vacío como una necesidad de encuentro consigo mismo,y es que a veces el hombre deja de ser hombre para interpretar la bestia que encierra adentro. 

Áridos silencios y sombras prolongadas se paseaban por su habitación; mientras él se fumaba el aliento del tiempo en un cigarrillo y el día nacía de nuevo en su boca. Palabras, sueños. Para vestir la caricia, la noche, y el día.


06 octubre 2011 1 Comentarios

El Vuelo De La Nostalgia.

SOMBRA: A veces pienso que puedo llevar una vida independiente ¡Si tan sólo encontrara la forma de divorciarme de por vida! Hablo de una separación eterna, de una muerte por separado, lenta e igual de agónica a las primeras.
SOMBRA: Nos sentamos entonces a discutir la posibilidad de que el amor fuese un simple mito, pero ¿Cómo discutirle a él? si tenía cara de idiota enamorado. Un sujeto que sólo se dedica a plasmar sus más profundos silencios en una hoja de papel. ¡Que ni siquiera es su árbol! ¡que ni siquiera es su sentir! y qué más da, si los corazones no saben leerse entre penumbras. Quizá puede que él no me necesite, pero yo lo necesito a él ¡no sabe cuánto le necesito¡ para poder existir en este mundo de sonrisas desfragmentadas y sueños atorados en una humanidad que camina con la mirada cansada.
UN HOMBRE: El amor es más que sacarse las pieles y sucumbir en la caricia hasta caer en el abismo de lo desconocido.
SOMBRA: Le pregunté entonces si él conocía los abismos que lo abordaban.
UN HOMBRE: No. No puedo conocer un abismo por la profundidad  o el vacío que me espera, sino por la cantidad de piedras que puedo lanzar hasta llenarlo.
SOMBRA: Ese lenguaje único, me recuerda el idilio de las espumeantes horas del ayer, que ya no son, que ya no corren, que no caminan pero que de alguna manera habitan en mí, como un recuerdo triste cuando se viste de eco en la memoria. Me quiero divorciar. Pienso entonces en las noches frías del destierro, en las calles que gritarán la soledad que me cubre, en los perros y en los gatos.
UN HOMBRE: Si querés irte estás en libertad de hacerlo, porque la soga que ondea en mi cuello terminará por ahorcarnos pronto.
SOMBRA: Ya ni sabes lo que dices, simplemente estás ahí  al borde del precipicio. ¡Anda! Justifica tus actos.
UN HOMBRE: Ese camino largo que empezamos  a recorrer hace mucho tiempo ha engendrado un hombre , y ése hombre contó cien pasos. Contó Diez y vió por vez primera el mar.
SOMBRA: Recuerdo que al mar lo encerramos en una botella y lo echamos al naufragio.
UN Hombre: Contó veinte y vió por vez primera el amanecer.
SOMBRA: Un amanecer que sigue tatuado en sus ojos.
UN HOMBRE: Contó treinta y vió por vez primera el arcoíris.
UNA SOMBRA: Sonrisas al revés.
UN HOMBRE: Contó cuarenta y vió por vez primera el otoño.
SOMBRA: Recuerdo que el viento desplegaba sus alas eternas  y  empujaba las hojas haciéndolas caer como brizna hasta sucumbir en el semblante de la tiniebla. Caía el anochecer mientras el cielo rompía en llanto, pequeñas gotas balanceándose sobre la cornisa del infinito, ese infinito como el inmueble más preciado.
UN HOMBRE: Contó cincuenta y conoció por vez primera la muerte.
UNA SOMBRA: La muerte como la prostituta con la que nos acostamos alguna vez.
UN HOMBRE: Contó sesenta y conoció por vez primera la soledad
UNA SOMBRA: La soledad como una llama que quema las entrañas
UN HOMBRE: Contó setenta y conoció por vez primera el amor
UNA SOMBRA: El amor como una cascada de emociones en donde el cauce de su río no tiene desembocadura.
UN HOMBRE: Contó ochenta.
UN HOMBRE: Contó noventa.
UN HOMBRE: Cuando iba a dar el último paso, miró atrás, vió el cielo, las nubes y la tierra que dejaba. El esqueleto se desprendía de él,  su sombra en un diálogo perpetuo no le quiso volver a abrir las puertas de la vida, y la muerte llegó de nuevo, le tomó del brazo y le arrancó el alma del pellejo.
UN HOMBRE: Contó Cien y juntos saltaron al abismo.
SOMBRA: Puedo correr tras el mundo, pero el mundo ya no tendrá sentido. Puedo buscarme otro cuerpo, otra vida, pero el mundo no tendrá sentido. Me marcho con él y sin él, me voy para no volver nunca.

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