Cosmonautas en este espacio.

31 marzo 2012

Oficio De Escritor.

 
Me gustaría dedicarle un poema de mil páginas a la escritura, eso si la muerte no me alcanza y éste cuerpo que llevo como coraza no se quiebra, escribir tal vez una novela que narre la historia de un hombre cuyo único oficio era el de escritor. El libro no tendría un prólogo o un epilogo puesto que son innecesarios en éstos tiempos de la inmediatez, las páginas serían como alas perfectamente bordadas que permitiesen acariciar con las manos la cúspide, el trono, el infinito… si es que existe. Y no miento cuando escribo que para cada uno de nosotros existen tallas que encajan sistemáticamente a la envergadura de nuestros cuerpos.

Unos nacen para ser arquitectos, crecen, construyen casas, edificios… y mueren; otros en cambio nacen para ser escritor, crecen, construyen puentes, crecen, desploman puentes, crecen, construyen puentes y así hasta que mueren. Mueren quizá por los años que llegan con la parsimonia característica del otoño, entonces podrían escoger morir o seguir viviendo, sería como escribir su propia historia, sólo que no existirían los personajes mitológicos, principitos o magos con cicatrices. La historia tendría algo en particular, un hombre cuyo único oficio era el de escritor.

¡Ah! y si el amor pregunta por mí díganle que he muerto. A la muerte en cambio ábrele las puertas y déjala pasar a mi morada que yo le invito no una sino dos tazas de café, discutiríamos sobre política, quizá le guste la física y opte por explicarme la ley de Newton, al fin y al cabo estoy haciendo tiempo mientras elijo mi próxima carta. No he tenido mucho en que pensar últimamente así que será fácil, el juego de la muerte es algo muy sencillo, aunque a veces lo sencillo puede ser lo más complicado. Hay tres cartas sobre la mesa, en una pone mi nombre y en las otras dos el nombre de otras personas, de otro lugar, de otro espacio, no estoy seguro pero debo escoger muy bien, si escojo mi carta de seguro que Amelia muere, y no pienso cargar con más muertes en mi cabeza, en cambio si me inclino por la tercera Amelia puede que viva, de igual forma Elizabeth moriría.

Por una parte Amelia una ex -prisionera de guerra consiguió por sus propios medios escapar de su infierno, en pie de lucha consiguió levantar a todo un nación por la igualdad y los derechos de la mujer. Por otro lado Elizabeth encontró un mundo subalterno en el cual era feliz, la literatura la llevó a imaginar situaciones imposibles, desde caminar por los cielos hasta conversar con la maga, situaciones en las que ningún mortal hubiese podido verse envuelto.

Mentiría si les digo que no quiero vivir más tiempo que el de mis personajes, claro que de vez en cuando no me vendría mal un respiro, no el último ni el primero, sería algo como un instante, un fugaz segundo en el que por osmosis la oscuridad socave la luz.

Dicen por ahí que si cierras los ojos no sientes nada.

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