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Oíd el bramar del  viento en su flébil canción
llanto eterno de nostalgias
que se precipitan al fulgor de su noche.
Sombras de sospecha me amarran a su estrofa
suave,
inagotable.
Poeta indomable, he venido a resguardarme bajo tu lágrima
y en tus silencios planto mis amaneceres,
mis lúgubres sueños.
Comienzo a entenderme como la creación árida
 de tu verso armónico,
antropófago.
Y tus notas, 
tus notas intranquilas 
caen al averno de mis ojos
lapidarios. 
Vamos, toca, sigue tocando con tus manos la melodía de ensueños,
y llévame contigo al cosmos
 de tus letras,
permíteme perderme en el grito esquivo 
de tu corazón galopante,
describe sobre mi pecho desolado
el perfume amargo
de tu melancolía.
 

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