de sus pétalos negros, 
y han respirado el aire 
de sus caderas,
que se mueven bajo el sol 
del otoño,
y se quiebran 
en el espejo de mis ojos.
Lágrimas en su ausencia
que ahogan la noche 
en el frío de mis labios, 
en el silencio lapidario 
de mis pulgares 
que se consumen
en la página blanca.


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