Cosmonautas en este espacio.

03 junio 2011

Viaje Infinito Hacia La Melancolía.


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Viajar ligero es no llevar en mi memoria algún recuerdo suyo, sólo lo que dejo sobre mi piel. Anudar el atardecer en su vientre, hasta que de su beso lluevan los colores, impregnándome del olor tan ligero pero que quema dentro de uno y araña las paredes del sentimiento desmesurado, convertido en poemas, papel y tinta, todo descompuesto en un sólo umbral único e irrenunciable, donde los sentimientos están hechos de cristal y cualquier brisa puede quebrarlos, pero a diferencia del cristal estos esconden la oscura manta del deseo lujurioso, teñido de sangre, y que sólo se ve en la noche, esfumándose junto a un lobo que come carne de lobo, aquel lobo que viste penumbras y nostalgias; mientras su cuerpo cada vez está más muerto y lejos de aquí, más allá de las montañas ligeras que viajan en el cielo azul, más allá del desierto amargo de su pena. Y nunca está bien, siempre cuenta las gotas de dolor que ruedan amargamente por sus pestañas, hasta caer en el acantilado de su labio, y convertir ésta morada en un cielo que nadie pueda recrear, como el viento cuando no carga los susurros de las hojas secas del otoño olvidado, como el tiempo que no usa sombrero y traje de novia, que ni siquiera tiene novia porque la muerte no ha logrado vencerle, y la batalla aún no comienza, está arraigada al filo de su espada de angel desterrado y en sus huellas que conducen al cielo.  Despertar de aquel viaje, huir de aquel beso, silenciar el océano al final del sueño y encontrarse mojado en medio del mar a media noche, como la vez que dormí con ella y ella durmió conmigo.

Escrito por: Andrés Suárez y Dario Alexander.

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