(Salen
el Narrador, el pregonero del pueblo, un soldado razo, El Rey de Carranza, el
conde del rey y y el sastre)
(En el Pueblo de Carranza)
Narrador.
El
pregonero del pueblo gritaba a viva voz
que
el ermitaño en la montaña se moría de amor.
Pregonero.
¡Se
muere, se muere el ermitaño!
cual
hombre fiel y dedicado a su trabajo
ha
de encontrar por fin el perdón a sus
pecados.
Soldado.
¡Pero
qué griterío es este!
¿Acaso
el Rey de España consiguió al fin su hazaña?
Habla
ya pregonero que el deber nos llama
y
una hermosa dama me espera en el cuartel.
Pregonero.
¡Oh
solado!
que
en mi afán de pregonero le he escuchado decir al clero
que
allá en la montaña se muere de amor un
hombre.
Soldado.
En
mi oficio de soldado razo
he
lidiado un par de veces con la malaria
y he
visto tantas cosas que en mi sano juicio
pongo
en duda tu palabra.
Que
aquel hombre en la montaña morir de amor no puede
pues
tanta muchacha bonita en el pueblo
que
se consiga otra si es que puede.
Pregonero
¡Se
muere, se muere de amor un hombre!
(En el castillo de Carranza)
Narrador
Mientras
tanto el Rey de Carranza lucía su corona ante el gentío.
Pues
todo el pueblo había venido a escuchar por boca misma
de
que en la montaña
de
amor un hombre se moría.
Rey De Carranza
Hoy
es un mal día para el pueblo
y es
que ánimos no tengo
de
anunciar las malas nuevas.
He
decidido entonces dejarlo todo
en manos
del conde
él
es un buen hombre y sabrá informaros todo,
habiendo
dicho esto en paz me retiro
pues
sé que por mi avanzada edad
tengo
un pie en la tumba y otro en castillo.
Conde
Le
doy gracias al rey por brindarme su confianza
y a
todos ustedes habitantes de Carranza
por
venir desde tan lejos
a
escuchar lo que les tengo que decir.
Son ciertos
los rumores de que
arriba
en la montaña a un hombre se le va la vida.
Sastre
De
seguro es la vejez o alguna enfermedad
la
muerte no llega sola
de
eso estoy seguro.
Conde
No
ha contraído enfermedad alguna
que
justifique su delerio
mucho
menos la vejez ya que sólo
es
un pardillo.
Sastre.
Algo
ha de tener ese muchacho,
Dios
quiera que no sea grave
si
llega a fallecer
ya
saben en dónde comprar su traje.
Conde
Es
muy bien sabido por todos
que
en estos tiempos
nadie
tiene asegurado su trono.
Pregonero.
Dicen
las malas lenguas
que
hace tiempo en este pueblo
la
muerte hace sus rondas
buscando
a un futuro yerno.
Sastre
No
quiero oír más, suficiente por ahora
a diferencia del pregonero
mi
trabajo no es el de vocero.
De
costuras y remiendos he de sacar mi lana
pues
una familia entera he de mantener.
Empezando
por mi mujer que es toda una holgazana
se
la pasa viendo telenovelas, programas de cocina
y
una que otra cosa rara.
Pregonero
Maldito
el tiempo que perdemos discutiendo entre nosotros
ponemos
en riesgo la salud de aquel buen hombre.
Conde.
En
eso te equivocas pregonero
el
Rey y yo ya hemos tomado una decisión.
Enviaremos
a un caballero de la legión a la montaña
a
que nos traiga más información.
Pregonero.
¿Qué
hemos de esperar entonces si la muerte camina en Carranza?
Hoy
puede ser el ermitaño mañana no se sabe.
Conde.
Paciencia
y precaución es lo único que os pido
pues
son dos días de camino de aquí hasta la montaña.
Pregonero.
¡Se
muere, se muere el ermitaño!
cual
hombre fiel y dedicado a su trabajo
ha
de encontrar por fin el perdón a sus
pecados.
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